Subida del precio de la luz: un problema, una oportunidad.

Publirreportaje: Feníe Energía

‘A río revuelto, ganancia de pescadores’. Es cierto que el dicho popular puede sonar poco empático ante situaciones que generan inquietud en quienes sufren las consecuencias negativas de cualquier tipo de crisis que se produzca. No obstante, en estas líneas vamos a tratar de buscarle el lado positivo que revierte en un beneficio para todos.

En los últimos meses hemos visto como el precio de la energía se ha ido incrementando en los mercados internacionales, produciendo en las economías particulares de familias, pymes y empresas una situación complicada y con pocos visos de que la solución vaya a llegar por una bajada inminente de los mismos. Para entenderlo es necesario antes ir a la raíz del problema.

La subida del precio de la electricidad no es una circunstancia que afecte únicamente a España. Europa entera sufre el mismo problema, y en gran medida, el mundo. Pero ¿por qué? En el gas está la respuesta.

El sistema de fijación de precios marginalista que opera en Europa impone el precio de la tecnología más cara utilizada para cubrir la demanda total al resto de las tecnologías. Normalmente, es el precio del gas. El sistema tiene efectos muy positivos para la transición energética haciendo que la energía más barata de producir, las renovables, tengan un margen de beneficio más alto, fomentando la inversión y la reconversión del modelo de generación de energía. Sin embargo, también tiene sus inconvenientes como estamos comprobando.

El precio del gas en los mercados es muy volátil y se ve afectado por múltiples circunstancias: estrategia comercial, geopolítica global, demanda internacional, etc. Al tratarse de un combustible fósil, su disponibilidad es limitada y sus reservas están en mano de unos pocos países de los que dependemos el resto. Los conflictos geopolíticos entre Rusia y Ucrania o entre Argelia y Marruecos, han provocado la limitación del flujo de gas que llega a Europa por sus dos gaseoductos principales, lo que limita la oferta de gas disponible en el mercado.

Por otro lado, la recuperación de la actividad tras el parón por la COVID ha provocado un fuerte incremento de la demanda de energía, sobre todo en Asía y Europa que compiten por hacerse con las reservas de gas disponibles en los mercados. Esto, irremediablemente repercute de manera notable en su precio.   

Se espera que esta crisis sea temporal y que los cauces diplomáticos y el abastecimiento de las reservas de gas que necesita cubrir Asia devuelvan cierta estabilidad a los precios en el mercado europeo. No obstante, y visto lo visto, es evidente que hasta entonces poco podemos hacer particulares y empresas para influir en los precios de la energía. Ahora bien, la factura depende de dos factores y sobre el consumo si tenemos mucho que decir.

Esta difícil coyuntura supone una gran oportunidad para reivindicar y poner en valor la figura del Agente Energético como factor determinante para cualquier tipo de consumidor.

Los servicios que proporcionan los instaladores nunca han cobrado tanta importancia como en el momento actual. Lo cierto es que, muchas veces por desconocimiento, otras porque desde las compañías energéticas no se les ha dado su lugar, se trata de una figura que ha pasado desapercibida hasta que se les ha necesitado para un arreglo o servicio concreto.

Con la llegada de Feníe Energía esto cambia, y el momento demuestra que la compañía de los instaladores no se equivocaba en la misión que emprendía allá por 2010 y que continúa hoy en día: situar al Agente Energético como un compañero para el día a día.

La eficiencia energética se ha consolidado como la herramienta más importante a disposición de los consumidores para llevar el control de su factura y poder amortiguar los vaivenes del precio de la energía en los mercados. Alcanzarla no es sencillo. Se trata de una ciencia en sí misma que requiere de conocimientos técnicos, estudios, evaluación y experiencia. Es verdad que, a través de pequeños gestos, cada uno podemos contribuir a reducir nuestro consumo, pero para que esta reducción sea significativa, y no redunde en una merma de nuestra calidad de vida, es importante contar con un profesional. Es precisamente por ello, por lo que la figura del Agente Energético, como mejor experto en eficiencia, cobra tanta importancia en la situación que viven los mercados.

Un ejemplo simple, sería el de las instalaciones de autoconsumo. Una solución que puede reducir el consumo hasta un 70%, haciendo al consumidor más independiente y menos expuesto a la fluctuación de precios en el mercado. En este tipo de instalaciones, contar con los expertos es fundamental para conseguir ese beneficio. Es necesario hacer un estudio de la vivienda o negocio, de los consumos y necesidades energéticas, conocer los diferentes productos y marcas en el mercado, la legislación de cada comunidad autónoma, posibles subvenciones a las que nos podamos acoger, etc.

El beneficio, individual, de cada consumidor es evidente. Pero también supone un gran paso para la sociedad en su conjunto en su progreso hacia la transición energética, y una gran oportunidad para que el instalador se convierta en un aliado fundamental al que recurran los consumidores.

En Sevilla, en la feria COFIAN dedicada al sector de las instalaciones eléctricas, el presidente de Feníe Energía, Jaume Fornés, adquirió un compromiso: “queremos poner en manos de los instaladores los fondos de reestructuración europeos que puedan llegar, para que sean estos quienes hagan llegar sus beneficios a los clientes”. Y es que en ocasiones parece que las administraciones, centradas únicamente en fomentar la generación de energía limpia, olvidan el verdadero valor de hacer llegar estos fondos, directamente, a quienes abogan por una de las palancas de cambio fundamentales de esta transición: reducir la demanda.

Por todo esto, y con el impulso de las compañías y las administraciones públicas, este puede ser el momento más determinante de los últimos tiempos para que la figura del instalador, del Agente Energético, adquiera el lugar que le corresponde por derecho, en una transición de la que son protagonistas.